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Arriba en el árbol
Vivía en la corteza de un árbol y
todo iba bien hasta que llegó el otoño-invierno. Cada mañana sacaba
primero una pierna y luego la otra, las dejaba colgar desde el agujero
hacia el exterior, como había hecho en verano, y lo que meses atrás
era un juego se convertía, con el paso de los días, en un auténtico
calvario. Las botas de agua no permitían sacar tan airosamente las
piernas como las sandalias o los pies descalzos, además los calcetines
de lana se quedaban tiesos, acartonados, no llegaban a cubrir las
rodillas; rozando las corvas una y otra vez.Sin embargo, la chica era testarruda,
y se negaba a invernar como un vegetal. Podría vivir en la corteza de
un árbol, sí, pero se negaba a dormitar todo el invierno hasta que
volviera el buen tiempo.Así
que no le quedó más remedio que empezar a hacer ejercicios de
respiración como calentamiento antes de sacar sus lindas y congeladas
piernas del hueco redondo y áspero del árbol, que la guarecía durante
las noches glaciares. Sus amigos le decían que no se quejara tanto
porque los glaciares todavía no habían llegado, pero que sin duda,
llegarían. Como veían que las prácticas matutinas de Piernas Locas eran
cada vez más arriesgadas le regalaron para su cumpleaños unos
enganches para ponerse en las botas para que cuando llegaran las nieves
no se resbalara por la caída al vacío desde la oquedad de la corteza
hasta el suelo blanco crujiente. La nieve con las primeras pisadas
cruje, luego se ensucia y tan sólo resbala.Pasaron
las mañanas, y cuál fue su sorpresa, que a eso de las 8.30, se oían
más respiraciones entrecortadas desde los árboles cercanos. No puede ser, soy la única loca que se atreve a vivir dentro de la corteza de un árbol. Te equivocas, le dijo una mañana el árbol de al lado. Puedes repetir eso contestó Piernas locas. Te
equivocas, desde que los bancos se adueñaron de las casas, cada vez
somos más los que vivimos en cortezas de árbol. Lo que pasa es que
antes nos daba verguenza confesarlo, y en verano nadie se dió cuenta,
pero ahora con este frío cuesta más mantener el secreto. ¿no te has enterado que empezamos a ser auténticos bosques urbanos?No tenía ni idea -repuso Piernas locas-
pensaba que era la única, ya que para serte sincera no se vive muy
bien del todo dentro de las cortezas de árbol, y ahora con la ropa de
invierno tengo menos espacio para estirar mis piernas.Sí,
además no se puede invitar a nadie, no hay espacio. Aún así yo estoy
agradecido a mi árbol que me guarece por la noche de la escarcha. Me
han dicho que en el Parque del Retiro son muchos los que habitan
árbol, y quedan a las 6.30 para hacer sus ejercicios de respiración.
Luego tienen que esperar a que el encargado de las puertas abra para
que puedan salir del recinto. Algunos mientras tanto buscan las migas y
las bellotas que no quieren las ardillas. Recogen las palomitas de
los niños y niñas que viven en casas, y se las guardan para la hora de
la comida.Sabes
que te digo amigo del árbol vecino, que yo me había imaginado un
urbangarten mucho más frondoso y abundante. Fluuuuuuuuup, vaya ya he
conseguido sacar mis piernas del agujero. Qué tengas un buen día, a ver
qué me cuentan hoy las del call center. No me pagan nada, pero como dice mi compañera, al menos estamos calentitas por el día y el café es gratis.
2 comentarios:
Qué original y realista Nelken, me ha encantado. Gracias.
Un abrazo.
Muchas gracias linda.
un beso.
;-D
Nel
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