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jueves, 24 de enero de 2013

Callar hasta que el silencio nos separe




Callar hasta que el silencio nos separe. No abrir la boca. Callar la muerte. Callar el dolor. Callar el insomnio. Callar en las iglesias y en los juzgados. Callar por respeto y de morado.

Cerrar los grifos, atar y bien atar los gestos de la cara. Callar. Encerrar el alma en una habitación oscura, cerrar la puerta. Comer las palabras una a una, deambular por el intestino lleno de silencios. Callar la caída,  callar cayendo.

Asistir a los juicios callando. Festejar las bodas de otros, callando. Atravesar Europa, América Latina harta de callar, callando.

Callar a los niños, a  los manifestantes, al suicida que cae, al banco que se corrompe, mandando y sin rechistar.

Callar de dolor, por juego, por poder callar. Callar con mantilla, sin escribir, borrar las entradas. Callar fingiendo hablar, callar frente a un espejo, callar llorando y de memoria. ¡Callar toda la noche en blanco y todas las llegadas al infierno!

4 comentarios:

Mari Carmen Azkona dijo...


Que las palabras se apaguen, que el silencio se expanda, pero solo para escribir textos como este. Que nunca nos falte la voz, mí querida flor… o el silencio, que muchas veces es, simplemente, otra forma de hablar.

Intensa puerta abierta a la reflexión. Me gusta.

Besos y un fuerte abrazo de algodón.

Nelken Rot dijo...

Bom día Mariatxu,

Vivimos en una época donde es difícil parar para reflexionar, pero también es un derecho.

un abrazo de algodón y risas.

Nel

yolandasaenzdetejada dijo...

me encanta leerte así, tan tú.

Nelken Rot dijo...

;-))