Querida Nelken, a mí me gustan las sillas en los cementerios, al pie, si es posible, de las tumbas. No hay, pero cuando voy las echo de menos. Me decía un amigo "a mi no me lleves flores, ya sabes que lo mio son las mollejas". Ya está allí, y allí no hay nada, pero creéme, termino mi visita antes de tiempo y aligero los recuerdos de las rondas de vinos por los mesones del viejo Madrid, sólo porque echo de menos la silla que nunca llevo.
Gracias, Nelken, por traerme recuerdos que están como nuevos. Los uso tan poco...
Te entiendo perfectamente, mi linda flor. La casa de la abuela siempre ha sido, y la muerte no puede cambiar eso, un lugar de encuentro, de cariño, de conversación, de confidencia... un refugio donde las prisas se queden en la puerta...
Aprovechando uno de mis insomnios inoportunos, mañana tengo concierto y otros bolos, os contaré que en alguna peli anglosajona alguien iba a visitar a un ser querido en lo alto de una montaña, con unos prados super verdes, comos los del Asturias, y un mar fantástico, junto a la inscripción del hogar del desaparecido o desaparecida había un banco, y allí te podías sentar para ver las puestas de sol, a mí un lugar así me parece perfecto, claro que como somos tantos en el planeta tierra, faltarían montañas que miren al atardecer a un mar a ratos enbravecido a ratos calmado.
En fin, que chulo compartir conversación con todos vosotros.
Dice un amigo que es un signo de madurez empezar hablar de la muerte, será que me acerco terriblemente cerca a los 40 jaja.
9 comentarios:
¿De uno que se murió de pié o de alguien que nbo sabe sentarse en el borde de la tumba de al lado?
De una que no se podía manchar la falda, y perdía el rastro de la lagartijas al ocultarse el sol entre las nubes.
;-D
¿Para qué las sillas mi niña, si todo estaba más allá de la casa de tu abuela?.
Un besito princesa.
Para poder hablar con más tranquilidad, además creo que sentados se escucha también mejor.
Un abrazote, sweetheart.
Nel
Querida Nelken, a mí me gustan las sillas en los cementerios, al pie, si es posible, de las tumbas. No hay, pero cuando voy las echo de menos. Me decía un amigo "a mi no me lleves flores, ya sabes que lo mio son las mollejas". Ya está allí, y allí no hay nada, pero creéme, termino mi visita antes de tiempo y aligero los recuerdos de las rondas de vinos por los mesones del viejo Madrid, sólo porque echo de menos la silla que nunca llevo.
Gracias, Nelken, por traerme recuerdos que están como nuevos. Los uso tan poco...
Besos, guapísima.
Alex
Te entiendo perfectamente. Si es un espacio para meditar, conversar, reflexionar, es indudable, se necesitan sillas.
un abrazo grandote Alex.
Nelken Chairs
Nelken, un poema lleno de ingenio, como no podía ser de otra manera habiéndolo escrito tú.
En mi modesta opinión, las sillas sobran en esos lugares. Creo que las visitas deben ser intensas pero cortas.
Un besito.
Te entiendo perfectamente, mi linda flor. La casa de la abuela siempre ha sido, y la muerte no puede cambiar eso, un lugar de encuentro, de cariño, de conversación, de confidencia... un refugio donde las prisas se queden en la puerta...
Si, realmente hace falta sillas.
Besos y abrazos de algodón.
Queridos todos,
Aprovechando uno de mis insomnios inoportunos, mañana tengo concierto y otros bolos, os contaré que en alguna peli anglosajona alguien iba a visitar a un ser querido en lo alto de una montaña, con unos prados super verdes, comos los del Asturias, y un mar fantástico, junto a la inscripción del hogar del desaparecido o desaparecida había un banco, y allí te podías sentar para ver las puestas de sol, a mí un lugar así me parece perfecto, claro que como somos tantos en el planeta tierra, faltarían montañas que miren al atardecer a un mar a ratos enbravecido a ratos calmado.
En fin, que chulo compartir conversación con todos vosotros.
Dice un amigo que es un signo de madurez empezar hablar de la muerte, será que me acerco terriblemente cerca a los 40 jaja.
muchos besos con ganas de tener sueño.
Nelken
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