visita mi web creativa

viernes, 24 de junio de 2011

Pasos

Me encanta reconocer los pasos agitados de mi madre, sus tacones medios sobre las baldosas frías del ambulatorio. Mi hermano y yo sonreímos, es ella. Respiramos con alivio ya que enseguida nos va a tocar entrar para que nos vea el médico. Llevábamos minutos conteniendo el aire para que no saliera ningún paciente más por la puerta de la sala 4, la nuestra. Clin, clon, clon, clon, clin, clon, clon, clon. No hay duda, ella siempre sabe cómo rescatarnos en el momento justo. Sí, mamá, ya nos va a tocar. Ahora pasa esta señora y luego nosotros. ufffffffff, es una genia!

Oigo como llegan con fuerza los tacones de plataforma sobre los escalones empinados: pum, pum, pum. Pum, pum, pum. No respira toda la subida es un impulso, de repente en el rellano del tercero, escucho un bufido, un resuello, son unos breves instantes de pausa, y enseguida, vuelve la marea salvaje, llega: pum, pum, pum. Pum, pum, pum. Ruido de llaves, abro la puerta. Mi compa de piso que entra directa al baño, ha perdido un avión.

Son irregulares, a veces flaquean las pisadas de puntillas y se doblan los tobillos. Balbuceos flamencos, aprendiz de mujer fatal: clin, clin, clon, clon, clin, clon, zzzrrrrr, clon, clon. Son grandes, los talones no llegan a la almohadilla trasera. Son unos zapatos altos, que se arrastran desde la profundidad oscura de debajo de la cama hasta la manita chiquita de la niña que con cautela aprovecha el silencio de la siesta de la madre que dormita en la terraza. Son así, tropiezos con collares largos, las pulseras suenan unas con otras al subir y bajar del brazo que se observa en el espejo del baño. Horror, una silla de metal se zarandea y se perciben a una chanclas que caminan directas hacia esa misma dirección. La puerta se abre.


Diametralmente matemáticos se suceden con una sincronía pausada y contudente. La suela de cuero desgastado cruje en cada pisada y gira al octavo avance. Un tiempo de espera y de nuevo el compás cuatro por cuatro se repite. Son zapatos con cordones y se adivinan de color marrón bajo esos pantalones planchados verticalmente. Es justamente, al tercer paso después de la vuelta, cuando los estudiantes del fondo de la clase sacan sus chuletas, sabiendo que les quedan cuatro pasos sin arriesgar el tipo. Cuatro pasos de infarto mientras se encuentra la fórmula trigonométrica, el coseno y la tangente de 90 grados, el cqd de la raíz cuadrada de menos 1, el final de aquella mítica ecuación de segundo grado que siempre caía en la clase de al lado. 8 pasos y un giro, que eran ciertamente, siete zancadas y media antes de dar media vuelta. Y mientras, la chuleta se iba haciendo y deshaciendo, vuelta y vuelta.

Pasos en la noche de silencio cuando no esperamos a nadie y la casa está recogida. ¿O tal vez no está del todo recogida? No se oye bajar la puerta del garaje, no se abre la verja de la puerta principal. Sin embargo, parece haberse oído algún golpe o tropiezo cercano a la puerta de la cocina. El perro levanta su oreja izquierda para comprobar si ese descuido va acompañado de otro paso, una sucesión de ruidos que indican que la presencia de un ser está ahí fuera. Un chasquido de las paredes de la casa que sigue cediendo con el calor provoca una subida súbita de la adrenalina humana y canina. Un golpe en la ventana de la buhardilla dispara, ahora ya sí sin freno, ni medida, todos los ladridos. El teléfono comunica, las luces se encienden, la alarma se activa. En definitva, se comprueba que la casa no estaba del todo recogida.




4 comentarios:

Mari Carmen Azkona dijo...

Querida Nel, hace días que leí este maravilloso texto y me quedé muda. Mis palabras querían ser sugerentes pero tropezaban, se resbalaban...Continuo sin encontrar la escritura precisa, pero no quiero correr el riesgo de que pase el tiempo y estos pasos se aleje sin los míos.

Clin, clon, clon, clon. Pum, pum, pum. Clin, clon, zzzrrrrr, clon....

Es curioso como esos sonidos cotidianos, a los que ni siquiera damos importancia, se van grabando en nuestra percepción. Quizás sea un legado de nuestra memoria genética, no lo sé... Lo que si es cierto es que somos capaces de asociar algunos sonidos con las personas que los provocan, porque hasta en esos sonidos imprimimos nuestra personalidad.

Es hermoso ver como has dado consistencia a los sonidos, a los recuerdos...Gracias por compartirlo, me hace sentirte más cerca.

Besos y un fuerte abrazo de algodón.

Rosa dijo...

Mi querida princesa Nelken, espero que te lleguen mis pasos tardíos pero con la fuerza que he sentido al leerte.

Qué hermoso texto... que forma de hacernos recordar esos sonidos que han marcado tantos momentos y veces se quedan en el olvido.

Un abrazo con el cariño de tu mirada y la dulzura de tu voz casi silenciosa para quien no desea escuchar.

Emilio Porta dijo...

Es de lo mejor que he leído...Original, personal, literatura en estado puro...Es un gran texto, uno de tus mejores textos, sin duda...Con tantas cosas...los pasos que suenan en tu avance hacia un horizonte literario que cada vez es más tuyo. Y más atrayente. Como dice Atxia...intensa maravilla.

Nelken Rot dijo...

Sois unos amores.

Acaba de sonar la campana. I´m in a summercamp, está siendo hiperintenso, en fin, os tengo que dejar. Joe, con lo rica que me estaba sabiendo esta siestecilla con ordenata.

Muchos, muchos besos a los tres.

I love u

N