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sábado, 23 de octubre de 2010

La llegada de Florence



No me dices hola al entrar, tan sólo miras mi piel negra, mis manos grandes. No imaginas que mi piel es suave, que mi corazón es algodón del Sur, que para que yo entre hoy en este ascensor urbano cientos de cuerpos se juntaron en la noche, cientos de manos trabajaron la tierra, y tres generaciones anteriores a mí migraron del campo, que mi abuela también sabía abrir un grifo, y ahora estás aquí mirándome.

Ilustración: Carmen Arevalillo


Veo tus ojos europeos cómo escudriñan mi cuerpo de mujer grande por debajo de tus gafas, probablemente eres miope, de ahí tu proximidad e insistencia. Muestro mi sonrisa, y tu corazón, esponja magullada de alquitrán y humo, comprende. Por fin, sonríes y me saludas. Ahora me siento bien en este ascensor de ciudad gris, orgullosa de mis manos grandes y mi piel café, negra y suave.


10 comentarios:

Mari Carmen Azkona dijo...

“ Muestro mi sonrisa y tu corazón, esponja magullada de alquitrán y humo, comprende. “

El miedo, la intransigencia...levanta un velo de desconfianza que ha dañado nuestras retinas. Una degeneración macular, asociada a la intolerancia, que sólo nos permite ver soledades mudadas en mobiliarios del paisaje urbano.

No queremos saber, no queremos ver más allá de nuestra coraza. Nuestro caminar es autista...luego nos escandalizamos cuando una joven muere, en una estación del metro, mientras los transeúntes continúan su camino.

Cuánto tenemos que aprender... ¿ Nadie imparte un taller de cómo volver a ser a ser humanos?

Querida Nel, precioso texto. Enhorabuena por esta sonrisa, que espero sirva para quitar alquitrán y humo de nuestros corazones.

Besos y 18 abrazos de algodón...espero que sean más.

Bihotzez.

Nelken Rot dijo...

Mi jardinera fiel, tu corazón siempre comprende, o al menos la mayoría de las veces comprende.

Eres un claro de ejemplo de tolerencia cotidiana. Dicen que la palabra hablada sólo llega a influir en los otros un 7%.

Estoy segura que con tu forma de entender y vivir el mundo muchos vayan abriendo su corazón coraza.

Solo nos queda transformar el refrán de la infancia "y hacer lo que decimos" para que quiénes nos rodean modifiquen pautas aprendidas.

Feliz mañana de domingo de algodón.

Abrazos

Nel

Mari Carmen Azkona dijo...

Sumando las voces de ese otro 7% se amplia el espectro. Ojalá fuera así y camináramos poco a poco pero inexorablemente hacia la compresión y el entendimiento.

Y puestos a sumar voces, creo que hay una que se hubiera unido sin dudarlo. Mercedes Sousa nos ofreció su corazón...Su canción es un comentario de adhesión más a esta entrada.

Besos mi colorida flor.

Nelken Rot dijo...

Es verdad, y es una de mis canciones favoritas, la busco y la pongo.

Besos mil amore.

Nel

Anónimo dijo...

Querida Nelken. Un texto maravilloso, con ese toque tuyo tan especial.Tus escritos me hacen siempre reflexionar sobre este complicado mundo en el que algunos viven, mientras que otros se tienen que conformar con ver pasar la vida

Eres un encanto. Un besito.

Mila

Toñi dijo...

Querida Nel, triste realidad descrita con bellas palabras. En este sentido soy un poco pesimista, ya que pienso que mientras que exista el “narcisismo” existirá la discriminación, pero me gusta el final de esta historia: “Muestro mi sonrisa, y tu corazón, esponja magullada de alquitrán y humo, comprende. Por fin, sonríes y me saludas. Ahora me siento bien en este ascensor de ciudad gris, orgullosa de mis manos grandes y mi piel café, negra y suave.”


Besos.

Toñi

Nelken Rot dijo...

La mujer que me inspiró esta entrada se la veía fuerte y empoderada, tienen más fuerza que tú y que yo juntas. Es algo que me maravilla el sentimiento de lucha y el poder interior que llevan consigo.

Creo que la pena hay que transformarla en conocimiento al otro, para que todos los mirones españolitos del metro no vayan por ahí diciendo a los africanos si van en pijama o qué, otra de las anécdotas que nos contaron unos compañeros poetas en una cena senegalesa.

Si respetamos muchos otros se unirán. Conocer otras culturas y compartir la nuestra nos enriquece, porque el mundo no sólo se mide por el valor y el sabor de una buena tortilla de patatas.

Mil besos Toñi

Nelken Rot dijo...

Mila, amor. Me encantan tus reflexiones en media línea, las dejas ahí como si nada, pero tienen fondo:

mientras que otros se tienen que conformar con ver pasar la vida.

Un fuerte abrazo y mil gracias por pasearte por aquí y comentar.

Nel

Anónimo dijo...

Alguien me comentaba el otro día que la mayor discriminación no la hace el Hombre, sino la Naturaleza. Ésta reparte mal los dones. Y cierto es.

Yo considero que el Hombre está en lucha permanente contra la injusticia, la desigualdad, y el dolor propuesto por la Creación (¿divina?)...La Crueldad de la Naturaleza no tiene parangón. El fuerte siempre dominando y eliminando al débil. Yo creo que el ser humano evolucionado ha traído la compasión y la solidaridad a este mundo y hay que luchar para que, al igual que construimos diques contras las inundaciones, y puentes resistentes a los terremotos, construyamos una sociedad más justa, dicho en otros términos, más humana. Se que mi amigo Manuel dirá que es un intento inútil. Pero prefiero que nos empuje la esperanza en el cambio del Hombre y, por consiguiente, cambie nuestros hábitos alimenticios, a esperar que la evolución impida al tigre desangrar a la gacela.
No me importa el por qué ( el sustento del animal...) sino el qué.

El sentimiento está en el observador, bien lo se. En lo que llamamos "corazón", que está en la mente. Pero no está mal la metáfora. Desde luego, quien no tiene "corazón" es el supuesto autor de los desastres naturales con los que, periódicamente, lo que llamamos Naturaleza nos obsequia. Prefiero pensar que, antes de que desaparezcamos como especie - si así tuviera que ocurrir - conseguiremos una vida mejor para todos.

David Nihalat

Nelken Rot dijo...

Querido Port,

Muchas gracias por tu aportación filosófica a esta entrada. La verdad que requiere reposo para darte una buena respuesta.

Por lo que he entendido de tu comment crees que la Naturaleza es injusta, yo creo que casi siempre es sabia, y aunque nos cueste comprender y compartir, la vida incluye la muerte y la resurrección. El ciclo del agua, el de las plantas, todo se reutiliza para que la vida continue, lo único que los humanos no vemos el ciclo sino nuestros breves momentos en una unidad de tiempo que nos sobrevive.

Sin embargo, también creo que los humanos contribuimos a cabrear a la tierra, y bastante poco nos hace.

Ante un terremoto que puede ser igual de terrible en cuanto seismo la repercusión es bien distinta dependiendo del lugar geográfico donde tenga lugar: es paradigmático el caso de Haití y Chile, como resuelven unos y otros es algo en lo que nosotros los humanos sí podemos decidir, construir, colaborar.

Las injusticias sociales con voluntad de los políticos, del pueblo, de los inversores etc sí deciden si la vida es justa o injusta. No es lo mismo vivir en un edificio protegido antiterremotos porque asi lo establece la ley o en una chabola inmunda.

Ante la naturaleza sólo nos queda cuidarla y saber que de vez en cuando pide sacrificios, pero lo que es el resto sí podemos intervenir y minimizar los daños naturales.

un abrazo

Nel

Este comentario creo que no se enmarca dentro del contenido propuesto de la entrada, tan sólo pretende responder a la reflexión de Port.