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miércoles, 16 de marzo de 2011

La piscina vacía




LOS TRESCIENTOS ESCALONES

[...]
No ver, no estando ciegos, es hundirse en el tiempo.
[...]

Papá, perdimos tantas cosas
además de la infancia y los trescientos escalones que tú pintaste
nunca he sabido si para decirnos que había que subirlos o bajarlos.
Ahora pienso, desde tu mano que me ayudaba a recorrerlos,
que tal vez me dijiste entonces
que había que subirlos y bajarlos
y para eso los pintaste
y para eso pasaste días enteros
pintando una escalera interminable,
una hermosa escalera rodeada de árboles y árboles,
llena de luz y amor,
una escalera para mí,
una escalera para que pudiera subir,
vivir,
y una escalera para que pudiera bajar,
callar,
y sentarme a tu lado como entonces.

Paca Aguirre, poeta republicana.
(Nacida en Alicante en 1930)


www.minakotasaki.com
Artista visual japonesa

Nosotros no pintamos 300 escalones, tan sólo dos, los pintamos de blanco, primero tú, y años después, yo.

Esos escalones de la piscina más que acercarnos al agua nos llevaban a las estrellas, a las noches cálidas del verano en Rivas, al cielo despejado y sin farolas.

Sobre la chapa fría, sobre la piedra rugosa, nos estirábamos para sentir el viento fresco en las noches más amables del estío. En este pedazo de tierra continental sin mar, nos reclinábamos para escuchar cómo se cantaban nanas los pinos, el lauro, nuestra palmera. Descifrar destinos bajo los botones de estrellas de la osa mayor. Nunca supimos leer el porvenir, tal vez, no quisimos leer. El aquí y el ahora eran las vocales de nuestra lectura nocturna, todo era bello, sencillo.

Estábamos juntos bajo una bóveda de estrellas conocidas, que repasábamos una y otra vez cada año, cada noche cuando los grillos nos nombraban la llegada de la estación apacible. Época de lluvia de astros a la fuga y racimos de linternas que eran fieles a sí mismas y a su configuración celeste. Todas: estables y fugaces, juntas y distanciadas nos ofrecían el mejor espectáculo del mundo.

Un pájaro burlón se acercaba a la piscina a beber agua, tan libre como el azar en estado puro. El capricho y la fortuna de nacer con alas. Nos mirábamos en ese deseo compartido de volar: atrapar nubes para recostarnos en ellas, saltar estrellas para cruzar lagos, llegar a la orilla del sueño impregnados de sabor a nube. Volar, y mientras, al mismo tiempo, sentir la hierba mojada con aspersor bajo nuestros pies descalzos, libres.

Oigo sobresaltada el disparo producido por un pizzicato de violín. Me despierto por las mañanas y vuelve, como una ola que se repite, la misma pregunta: ¿Cuál es el momento dónde se comba la vida?

Todavía hay luz, ahora podría pintar de nuevo, no esos 300 escalones de postguerra que le pintó a Paca Aguirre su padre para que descifrara que en la vida se puede subir y también hay que bajar, que se puede una dedicar al descanso breve, y a la subida fatigosa, a la bajada a los infiernos, y al rincón compartido. En esta tarde de lluvia fina podría pintar esos 2 pequeños rellanos intentando decirle a las nubes que traigan pronto el buen tiempo. Han pasado 11 años y sigo sintiendo la chapa fría, carcomida, la piscina vacía, la lona cubierta. Tendrán que venir otros a pintar de nuevo, a llenar de agua lo que ahora tan sólo es un hoyo desierto.

¿Cómo preguntar a las estrellas que me cuenten el final de mi cuento? ¿Cómo colocar tu luz, tu paz, tus vuelos con una pintura blanca, nueva? ¿tal vez ya sea el momento de reformular el viento? Si Chile y Japón pueden, yo también retornaré al instante sencillo, bello, y tú me observarás desde la estrella del Norte.

A mi padre,
su ausencia, a veces,
arrasa como un Tsunami.


Imágenes de google maps, antes y después del Tsunami en Japón. Cortesía de Port.

http://www.abc.net.au/news/events/japan-quake-2011/beforeafter.htm

5 comentarios:

Emilio Porta dijo...

Es...eso. Es.
Realmente hay veces que es mejor leer solamente. Y decir: estamos ahí.

Nelken Rot dijo...

Sí, estamos aquí, somos y seremos el Cosmos.

El Hilo.

Rosa dijo...

Creo que has escrito lo que siento en este momento mi querida Nelken.
Difícil entender el final de nuestro cuento, cuando eso exige despedirnos de quien tantos amamos y admiramos.

"Su ausencia aún arrasa como un Tsunami...." Gracias Nelken, princesa de la luz por dejarme las palabras necesarias para la ocasión.
Un abrazo muy cercano

Mari Carmen Azkona dijo...

”¿Cómo preguntar a las estrellas que me cuenten el final de mi cuento? ¿Cómo colocar tu luz, tu paz, tus vuelos con una pintura blanca, nueva? ¿tal vez ya sea el momento de reformular el viento?“

Cielo, no intentes reformular el viento, es imposible, yo lo intento cada día. Que el cerebro acepte la perdida de un ser querido no supone que lo haga el corazón. Él nunca renunciará a su presencia...El tsunami persistirá, quizás dilatando sus embates en el tiempo, pero permanecerá.

Besos y abrazos de algodón.

Bihotzez.

Nelken Rot dijo...

El corazón sabe que contiene amor en estado puro y eterno. Y cada persona, que da o recibe de él es una luz en las noches con o sin luna. Eso perdura en el tiempo, al igual que nosotros ocupamos un lugar.

un abrazo de algodón

Nel