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martes, 16 de febrero de 2010

Caperucita frente al fuego

















Recoja todas sus balas, no necesitamos defensa.
Doble, pliegue a pliegue, su orgullo herido. Cambie
las sábanas de sus noches sin estrellas y

entréguese a la pasión del amor en su casa,
le dijo descalza y con las gafas puestas.

El cazador anduvo hacia atrás y cerró la puerta.
Ellos, sin embargo, continuaron frente a la chimenea
observando el devenir del fuego.

Feroz, me gusta verte tan atento a lo importante.


Y dando tumbos de sueño recorrieron, una vez más,
los pasillos del amor.



Contribución de Toñi

14 comentarios:

Anónimo dijo...

"Feroz me gusta verte atento a lo importante" Así, sin coma, es la quintaesencia de la batalla humana.
A cada lector un poema o una frase le sugiere algo distinto. Ese es el valor de la Literatura, que las interpretaciones sean múltiples.

David Nihalat

Manuel dijo...

Querida Nelken, no sabes la alegría que me produce que alguien se haya atrevido a publicar, por fin, la verdadera historia de Caperucita. Años y años leyendo simplezas sobre abuelitas, cazadores y barrigas rajadas sin anestesia.

Mi sincera enhorabuena por ser como eres y escribir como escribes. Un beso.

Nelken Rot dijo...

Querido profesor Nihalat,

Muchas gracias por recordarme que después de vocativo va una coma. Ya la he incorporado.

No repasar la planilla es lo que tiene que de vez en cuando algún gazapo se escapa.

Un abrazo

Nelken Rot dijo...

Querido Manuel,

El código de barras tiene determinado perfil, y éste es difícil de cambiar, jeje.

Un beso
N

Santiago Solano dijo...

Estimada Nelken, me gusta este poema tuyo, bien escrito, con una muy buena prosodia, que hubieran dicho algunos de mis profesores de la infancia. Poema, por cierto, que de ninguna manera te hubieran publicado en otro tiempo. Afortunadamente para todos, hoy el mundo sigue del revés, y parece que lo hará durante algún tiempo más.
Permíteme, querida amiga, que aquí bajo reproduzca la horterada del cuento de Caperucita Roja, punto y tradición de arranque de este poema. Más que nada, estimada Nelken, por si alguno de tus lectores de cualquier parte del mundo, no lo ha leído, por si alguien no tuviera referencia de él, que de todo hay sobre la faz de la tierra; sólo para que tengan todos los cabos y comprendan mejor la subversión que planteas.





Había una vez una niña muy bonita. Su madre le había hecho una capa roja y la muchachita la llevaba tan a menudo que todo el mundo la llamaba Caperucita Roja.

Un día, su madre le pidió que llevase unos pasteles a su abuela que vivía al otro lado del bosque, recomendándole que no se entretuviese por el camino, pues cruzar el bosque era muy peligroso, ya que siempre andaba acechando por allí el lobo.
Caperucita Roja recogió la cesta con los pasteles y se puso en camino. La niña tenía que atravesar el bosque para llegar a casa de la Abuelita, pero no le daba miedo porque allí siempre se encontraba con muchos amigos: los pájaros, las ardillas...
De repente vio al lobo, que era enorme, delante de ella.
- ¿A dónde vas, niña?- le preguntó el lobo con su voz ronca.
- A casa de mi Abuelita- le dijo Caperucita.
- No está lejos- pensó el lobo para sí, dándose media vuelta.
Caperucita puso su cesta en la hierba y se entretuvo cogiendo flores: - El lobo se ha ido -pensó-, no tengo nada que temer. La abuela se pondrá muy contenta cuando le lleve un hermoso ramo de flores además de los pasteles.
Mientras tanto, el lobo se fue a casa de la Abuelita, llamó suavemente a la puerta y la anciana le abrió pensando que era Caperucita. Un cazador que pasaba por allí había observado la llegada del lobo.
El lobo devoró a la Abuelita y se puso el gorro rosa de la desdichada, se metió en la cama y cerró los ojos. No tuvo que esperar mucho, pues Caperucita Roja llegó enseguida, toda contenta.
La niña se acercó a la cama y vio que su abuela estaba muy cambiada.
- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos más grandes tienes!
- Son para verte mejor- dijo el lobo tratando de imitar la voz de la abuela.
- Abuelita, abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!
- Son para oírte mejor- siguió diciendo el lobo.
- Abuelita, abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!
- Son para...¡comerte mejoooor!- y diciendo esto, el lobo malvado se abalanzó sobre la niñita y la devoró, lo mismo que había hecho con la abuelita.
Mientras tanto, el cazador se había quedado preocupado y creyendo adivinar las malas intenciones del lobo, decidió echar un vistazo a ver si todo iba bien en la casa de la Abuelita. Pidió ayuda a un segador y los dos juntos llegaron al lugar. Vieron la puerta de la casa abierta y al lobo tumbado en la cama, dormido de tan harto que estaba.
El cazador sacó su cuchillo y rajó el vientre del lobo. La Abuelita y Caperucita estaban allí, ¡vivas!.
Para castigar al lobo malo, el cazador le llenó el vientre de piedras y luego lo volvió a cerrar. Cuando el lobo despertó de su pesado sueño, sintió muchísima sed y se dirigió a un estanque próximo para beber. Como las piedras pesaban mucho, cayó en el estanque de cabeza y se ahogó.
En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección. Prometió a su Abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.

FIN



Un beso. Y adelante.

Anónimo dijo...

Con coma es genial, pero sin coma es todavía más rompedor. El lobo se había comido la coma, pero no a Caperucita, con la que mantuvo una relación idílica y de amigos y compañeros. En cualquier caso, la observación de David, en cuánto al fondo, me parece interesante. Y también la de Santiago en su regreso. La verdad es que siempre nos pillan los poderosos con los papeles cambiados y así, a lo largo de la Historia, nos hemos llevado tantos sopapos la buena gente (perdón por incluirme, pero, al menos parcialmente, creo que lo soy)...Habrá que echarle imaginación y valentía y dignidad a la vida. De momento me voy a ir al bosque a pensar. Y me llevo tu entrada en corazón y mente.

Port

Nelken Rot dijo...

Querido Santiago,

Me admira tu paciencia y dedicación, yo pensaba que Caperucita es universal, pero es cierto que a lo mejor en Africa no tienen por qué conocerlo. Ha sido todo un viaje volver a leer la historia completa, muchas gracias.
Además, me has recordado que lo que para mí es simple para otros puede resultar suversivo.

Pues nada, que os vaya bonito a ti y a Port que ahora que tú has vuelto parece que se quiere iniciar en los bosques.

La vida es una aventura.

N

Anónimo dijo...

Los pasillos del amor son largos, y a veces tortuosos. Si el fuego de la chimenea esta cerca, puede llegar a ser una dulce tortura.

Nelken, me encanta tu particular cuento de caperucita; aunque te confieso, que el de toda la vida también me gusta... Debe de ser porque soy muy antigua,jajaja.

Un beso.

Mila

Mari Carmen Azkona dijo...

Querida Nelken, ahora entiendo lo de que no es tan fiero el lobo como lo pintan...lo dijo tu Caperucita ante las dulces brasas de una chimenea llena de recuerdos.

Qué original eres, me encanta.

Un beso.

Toñi dijo...

Érase una vez

Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.

Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.

Todas estas cosas
había una vez.
Cuando yo soñaba
un mundo al revés.

José Agustín Goytisolo

Tanto “Caperucita frente al fuego” como”Érase una vez” son más cuerdos que...muchas situaciones de la realidad.

Besos.

P.D.: Te dejo mi admiración y mi afecto frente al devenir del fuego.

Toñi

Emilio Porta dijo...

Es evidente que las percepciones tradicionales o consuetudinarias de la vida - y la Literatura está sustentada en ella - deben ser revisadas a la luz del pensamiento crítico y también de la imaginación y la visión personal del escritor o del lector. Desde ese punto de vista el planteamiento dialéctico de Toñi y su ejemplo del poema (luego hecho canción ) de Goytisolo, él que nos dejó también las maravillosas palabras para Julia, Jose Agustín no Juan (que tiene otros valores distintos aunque confluyan, no sólo familiarmente, sino en alguna actitud (lástima que la temprana muerte del poeta nos dejará sólo su herencia literaria)..bueno pues que me atrevo a decir que esta entrada, Nelken, da para mucho, porque crea una dinámica especial de pensamiento al leerla...Realmente hay varias lecturas de la misma...y todas interesantes.

Nelken Rot dijo...

La verdad, que con todas vuestras aportaciones cada entrada gana en fuerza, en lecturas, en sentidos.

Desde aquí quiero expresar mi más profunda gratitud a todos y a todas los que me leis y me comunicáis lo que recibís con cada entrada.

Un besazo

Nelken

Alejandro dijo...

Querida Nelken, te agradezco que no hayas puesto en la vida de tu caperucita al lobo de toda la vida. Parecían tontos los lobos aquellos. El que se come a Caperucita y a su abuela acaba ahogado con la tripa llena de piedras. De la misma forma terminó -no sé si antes o después-el que se comió a los seis cabritillos (el séptimo se libró), no le contaría nadie lo que le paso al otro. Algo raro pasaba con los cuentacuentos de antes, o con los personajes de los cuentos, o con los de protección animal. Así, no me extraña que ya no queda ningún lobo, ni en Las Hurdes. Ahora los que quedan son de guante blanco.

Me ha gustado mucho más tu Caperucita, claro que ésta está frente al fuego, despachando al de las balas, que le estorba, y quedándose con el que guarda al calor de la chimenea. Los dos dispuestos a comerse sus palabras y a despreciar los sistemas de alarmas, para disfrutar de lo que en la vida nunca puede faltar, aunque sea de noche y haya que llevar las gafas puestas: el amor.

Gracias Nelken, por contarnos un cuento distinto, original, que nos está haciendo buscar en los recuerdos de aquellos "mini libros" que regalabana con el chocolate de de la época de los lobos.

Besos.

Alex

Nelken Rot dijo...

Gracias a ti Alex, por recordarme los libritos de calleja que creo iban con el chocolate, no? Tengo bastantes guardados en una cajita metálica, junto con cromos de mi padre, y ahí deben estar guardaditos porque en el 2010, las historias son distintas. La horizontalidad existe y la libertad de pensamiento también, estoy contenta por vivir de manera diferente a los cuentos que nos contaron en nuestra infancia.

Es como el lema feminista: las mujeres buenas van al cielo, el resto vamos a todas partes.

Un abrazo

Nelken