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jueves, 27 de enero de 2011

La botella y el diván


Me comunicaron que el siguiente paciente ya estaba en la sala, le dije al recepcionista que le pasara mientras yo iba al baño. Cuando llegué estaba ella sola sobre el diván, tenía un aspecto verde oscuro que me hizo frotarme los ojos, consulté con mi agenda y no conseguía leer bien lo que estaba allí escrito, sólo descifré con claridad Griñón, recordé que es una zona de vinos de la región con cierto prestigio y saqué toda la profesionalidad de la que dispongo y procedí con el cuestionario de rutina por ver si conseguía dar sentido a mi dolor de cabeza.

Y dígame, ¿cuál es la razón por la que ha venido a consulta? -no sin antes olisquear por detrás de las cortinas por si alguien me estaba gastando una broma pesada-. No había rastro de cámaras ocultas ni grabadoras, tampoco vi a nadie, solo estaba ella verde oscuro, con una etiqueta que decía Griñón, reserva de 2007. ¿Sería algún regalo de alguna paciente agradecida? -me preguntaba.

- Ya no soy importante, - escuché.
- Y, ¿por qué piensa que ya no es importante?- repuse de forma automática.

- Todos se van y me dejan sola, y allí me quedo huérfana sin labios que me besen, sin ojos que admiren mi color aterciopelado bajo el cristal, no siento que a nadie le importe mi aroma. Me siento abandonada doctora. ¿Qué puedo hacer?

- ¿Cuál es el motivo por el cual piensa que la rechazan?

- No lo sé muy bien, es que no llegan ni a los postres, todavía no ha llegado el primer plato, que es uno de mis grandes momentos, cuando resbalo por la copa grande de cristal fresco, y van y me dejan, se van. Pierdo todos mis encantos de la manera más triste, la flor de la vida sola, esperando. Me dan ganas de llorar pero me digo no, no llores que te aguarás y perderás taninos, entonces me entra una ira descomunal y me digo pues eso, que me avinagro, que estoy harta, que no me merecen doctora, no me merecen, me dejan tan sola.

- ¿Qué piensa que puede hacer para cambiar la situación?
- No sé, darme a la bebida. Claro que beber cocacola sería un suicidio, y yo tampoco quiero eso. Quiero sentirme plena, admirada, valorada, ¿sabe de lo que le hablo doctora?

- Sí, no se preocupe, le pasa a muchas mujeres no es la única, continúe. ¿Qué podría cambiar para mejorar su situación?

- No sé, es que estoy perdiendo protagonismo, me siento como la primogénita que tiene hermanos gemelos de repente y entonces, ya una no es nadie. ¿Qué puedo hacer?

- Para que funcione, tiene que ser usted quien determine la solución, nadie mejor que usted para saber cuál es la mejor actitud. Lo que es bueno para mí, no tiene por qué ser bueno para usted, ¿por que no le gustaría que yo decidiera qué coche tiene que comprar, verdad?

- No claro, ya soy mayorcita como para saber que un coche con dos puertas se me queda pequeño.

- Pues eso, que su vida nadie mejor que usted para decidir si hay que girar a la derecha o a la izquierda. La responsabilidad es un grado de madurez.

- Si yo ya pasé esas pruebas doctora. Y mire que redujeron hasta 0.28 creo y no hubo ningún problema, incluso me bebían con más placer, en pequeños sorbitos, yo le diría que a mí esa ley me hizo sentir bien, más porque yo lo valgo, ¿me entiende?

- Disculpe, cierre los ojos y relajese, respire lentamente y sienta el comfort del diván, yo voy a salir un momentito a fumar y ahora en seguida retomamos la terapia.

- Lo veeeeeeee, todos me abandonan, maldita ley.

7 comentarios:

Nelken Rot dijo...

Permitidme esta pequeña broma nocturna. Me hacen mucha gracia las estampidas generalizadas de los bares, y las mesas vacías con las copas llenas.

He escuchado por ahí que desde que ha entrado la nueva ley del tabaco ha aumentado significativamente el número de Sinpas. qué país el nuestro!!

Me uno así a los debates pro-tabaco y anti-tabaco. Soy feliz cuando entro a los bares, de repente oigo mejor, ya no me cierro en banda como antes para no respirar mucho y mal, me parece mágico y es curioso, porque oigo mejor.

Eso sí, la cortina de humo de la entrada es la novedad y los suelos de las aceras repletos de boquillas naranjas son un nuevo paisaje urbano. ¿Por qué no contemplaron los ceniceros gigantes obligatorios? El resultado, visto desde fuera, es que el suelo de la capital está hecho una guarrada.

Manuel, no dejes de quererme por esta entrada.

un abrazo a tod@s

Nelken

Manuel dijo...

Nelkeeennnn...: ¡TE QUIEROOOO!.

Si es que relatos como el tuyo son los que dan vida al debate y ponen sal a la vida.

En mi pueblo hay un paisaje que viene siendo más frecuente aún que el de las aceras llenas de asquerosas colillas (eso, aqui, no se ve). Es el paisaje de las persianas a media asta. Llega un momento, entre las 11:30 y las 12:00 de la noche, en que las persianas de muchos locales se bajan a medias.

Y, entonces, todo el mundo fuma a sus anchas.

Anoche jugaba el Barça contra el Almeria. El restaurante al que voy habitualmente a comer y cenar es bastante pro-culé. Los días de partido del Barça siempre estaba a rebosar; todas las mesas del comedor ocupadas y la barra repleta. Ambientazo del bueno y buena caja para mi amigo Antonio.

Al entrar, anoche, solo una mesa del comedor con seis hombres y otros tres en la barra. Nada más. Uno de los de la mesa, rápidamente, se dirigió a mi y me preguntó: ¿le molesta que fumemos?. Le dije, naturalmente, que no.

Yo no fumé durante la cena y solo lo hice con el café.

Anoche, Antonio perdió mucho dinero por la ley antitabaco. Eso seguirá pasando. Ningun "no fumador" ocupaba los asientos vacíos.

Pagué y deje una propina que, seguró, no alcanzó a paliar las pérdidas.

Me encanta la diversidad de criterios, tanto como el respeto a la libertad de cada cual.

Un beso.

Anónimo dijo...

Dios mío...esto es una cadena sin fin...descenso de cajetillas consumidas, cortinas de humo en el exterior cuales mini-nieblas en las aceras, botellas abandonadas ( incluso...un gran reserva...) y, esto si que es terrible...partidos de futbol seguidos por TV...por sólo seis parroquianos...Pero no os llaméis a engaño...era el Barsa-Almeria...y lo televisaban por las generales, todo el mundo lo podía ver en casa. En el Madrid-Atletí, en el bar debajo de mi casa, que tiene Canal Plus Deportes y Gol TV no cabía un alfiler. Ni un pitillo...pero copas a granel..y gente a rebosar. Yo creo que, con el futbol, no puede, de verdad, ni la Ley del Tabaco. Bonito cuento, Nelken. Doctor...¿cómo esperas que la gente vea en Murcia un Barsa-Almeria...? Con todos los respetos...no hay color.

Port

Rosa dijo...

Querida Nelken, ley antitabaco aparte, en la que me uno a tus comentarios y también a los de Manuel y Emilio, porque de todo hay en la viña de esta ley, la verdad es que he pasado un rato encantador. ¡Genial! (jajaja!).
Mira que me gusta tu capacidad de abrirte a todo a la hora de escribir.

Un abrazo mi niña

Nelken Rot dijo...

Buenos días a los tres,

Me hace gracia nuestra capacidad de inventar tan natural, tan sin planificar. ¿Me estás diciendo que en tus tierras han dado un nuevo sentido a la happy hour?

Entiendo que algo de clandestinidad era necesaria como cuando apareció la ley Seca.

Aquella me pareció más divertida porque se bailaba mucho, parece que por lo que cuentas ahora se asocia con el deporte colectivo de ver el fútbol en el bar. Es evidente que es un planeta que no es mi planeta, pero como dices también hay que dar un espacio y un tiempo al prójimo, siempre que los camareros y los dueños pertenezcan al mismo planeta, por aquello de respetar a todos y a todas.

La lluvia me transforma, y me hace muy parlanchina en los comments.

Voy a por otro.

un besoooo

Nelken

Nelken Rot dijo...

Querido Port,

Te puedo acompañar feliz en el planeta sin humo, pero el planeta fútbol tampoco es mi mundo.

Creo que no seré capaz de leer ni a Galeano hailando del Fútbol. Por cierto, ¿leíste su libro?

En Uruguay hasta las mujeres visten los colores de sus equipos, llega más que aquí el flamenco, forma parte de su identidad colectiva.

En fin, continúe con su disfrute futbolístico, yo en esa parada, me bajo del tren.

Para gustos hay colores.

un abrazo

Nel

Nelken Rot dijo...

Querida Rosa,

Gracias por esos jajajaes que hacen referencia al texto.

Me pregunto si no será que este texto engancha más con el humor de las mujeres que de los hombres. PEro eso sí que es otro charco morrocotudo, como diría Max.

No sé que me está pasando, porque a mí no me gustan las polémicas, ¿será un efecto secundario de las pastillas de la alergia?

Me alegra que te lo hayas pasado bien leyendo La Botella y el diván.

un besote

Nelken