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miércoles, 5 de enero de 2011

Las armas no son mi huella


Las armas no son mi huella



Mis manos son de maíz, no saben de la guerra.
Mis pies descalzos de misiles, buscan la tierra,
pisan con cuidado, saben del vino y de la espuma.
Mi corazón es de algodón y púas.
Mis brazos son puente para tu cuerpo, muerte.

Te empeñas en pintar estelas rojas
en despeñar muros
afianzar fronteras.
Te obcecas en avivar fieros fuegos.

Me llamas para azuzar la sangre.
Entierro tu cruz, tu luna, tu estrella
y digo:
mis manos son de maíz, jardineras,
no saben. No quieren tu guerra.


6 comentarios:

Manuel dijo...

Querida Nel: me pongo en la cola, justo detrás de tí, para firmar.

¿Es que no se hartan de guerras?. ¿Es que no están hartos de escuchar que lo están destruyendo todo sin motivo alguno?.

Yo quiero tus manos jardineras, creo que me gustan. Y, si detrás de ellas, está tu sonrisa, pues entonces ya será como habitar un mundo distinto en el que las cosas que amamos son posibles.

Un beso grande. Nos vemos el 13 en Libertad 8, ¿verdad?

Nelken Rot dijo...

Verdad de vera(s).

;-D

Rosa dijo...

Gracias por rescatar las palabras de la reina maga, en una noche como hoy, donde la ilusión de los seres más ingenuos se ve recompensada.

Quiero volver a ser niña, mi dulce Nelken, para ser capaz de creer en la magia de una noche y pedir que este año no me traigan pistolas, ni bombas con pilas potentes… ni siquiera videojuegos que premien con muchos puntos a quien atropelle a una anciana.

Hoy querida Nelken, mis manos tampoco quieren jugar a la guerra.

Qué bueno leerte. Un lujo tenerte.
Mi abrazo de noche mágica

Anónimo dijo...

Emotivo y precioso poema, Nelken. Ojalá desaparecieran todas las guerras, y hubiese muchas manos jardineras para sembrar olor a vida.

Besitos.

Mila

Toñi dijo...

Me quedo con las palabras de la reina maga y con sus manos de maíz, jardineras. El resto de palabras, esas que incitan a la guerra por la lucha de intereses económicos, religiosos...mejor lanzarlas a la hoguera. Tal vez sus cenizas sirvan para que florezcan los corazones de azúcar.

Precioso poema, querida Nel.
Muchos besos.

Nelken Rot dijo...

Queridas amigas vuestras palabras me han hecho recordar estas otras:

Todo gracias a las cenizas que protegen a los surcos de los bichiños perversos que lo devoran todo, decía mi abuela. Los recuerdos hay que devolverlos a la tierra para que sigan su curso y no se nos queden pegados al cuerpo, recordad, mis niños; los lamentos en casa enferman a las personas que la habitan.

Sabia Max, mi abuela.

http://urbangarten.blogspot.com/2009/12/las-cenizas-de-mi-abuela.html

un abrazo a las dos

Nelken