En relación con el chiste del gato que contó Manuel el otro día en la cena, (que si genera interés lo cuente él), cuelgo esta entrada.
Tiene insomnio. Se levantó y puso todos los relojes en hora, los de sol, los de arena, los de ruedas, los de pilas, los de cuco, todos. Se volvió a acostar. La espera y el duermevela eran muy duros. Pensándolo bien, era el mejor momento para peinarse pausadamente, hacía tiempo que su cabello necesitaba de cuidados. Una vez acicalada se volvió a acostar, yacente, rubíiiisima. Una noche más, Kent no encontró a Barbie, - pensó. TICTAC, TICTAC, no viene. Esta noche no va a venir. TICTAC, TICTAC.
Cuando llegó el príncipe, belladurmiente abrió un ojo, y sin pensarlo, le soltó un guantazo. Aah sí! -dijo el príncipe colocándose el ojo-, me marcho, ya me has visto, adiós.Cuentan las malas lenguas que desde entonces el maleficio del desencuentro sigue vigente.
9 comentarios:
¡Que lo cuente, que lo cuente!
Nelken, no me extraña que con Barbis como esta, el maleficio siga vigente... Emplear su insomnio para cuidar su cabello, sin ninguna finalidad y a deshoras, me parece una pérdida de tiempo. ¿No crees que en vez de agredir al pobre Kent, debería haber aprovechado su nueva imagen para conquistarle?... No sé, digo yo.
Un beso.
Mila
La insatisfacción lleva a hacer cosas que no tienen sentido. Osho decía que la actividad frenética se confunde con la acción. El problema está cuando finalmente realizamos acciones impulsivas desproporcionadas que tienen consecuencias en un otro, ajeno y desconocedor de toda la locura interior del que agrede.
Como bien apuntas, Barbie no aprovecha sino que pierde y destruye su objetivo.
Un abrazo, linda.
Nel
“Pájaro de alas anchas con sombrero,
pico naranja y ráfaga de viento.
Volemos:”
Y la ráfaga de viento de tu pájaro me hizo volar, y volé, volé hasta este ¿cuento?
Pues si que tiene la bella princesa trabajo con poner los relojes en hora, para que luego digan que la realeza no trabaja. No tengo muy claro que la culpa del maleficio la tenga Barbi. No hay peor cosa que esperar. Ya se sabe que el que espera desespera y luego...pasa lo que le pasó al príncipe.
Un abrazo.
Un abrazo, qué pena que no vinieras a la reunión.
Hoy en día, creo, que solo los Budas se salvan de la impaciencia.
Ya sabemos, tabién, que los sapos dejaron de ser príncipes... Por suerte para los bichitos verdes.
No, no pienso contar el chiste, Nelken. Que hubiesen estado en aquel rinconcito la otra noche... Esos rincones son el horno de nuestra serenidad. Y creo que solo hay paciencia si somos serenos.
Un beso.
Es verdad Manuel la serenidad es la llave que abre las puertas a nuestros deseos.
Gracias por compartir y defender rinconcitos.
Nelken
Tu "insolidaridad" Manuel en este caso para con los que abandonamos el rincón debido a nuestro estado febril y catarral pronto...y no te digo nada para con los que no pudieron asistir, es impropio de una mente tan generosa y sanadora para con los amigos...asi que, o cuentas el evento...o esto no podrá tener el mismo valor para todos. No te hagas de rogar que te toso...y dejo de tomar la acetilcisteina esa...apreciado doctor.
Port
El título es genial, Nelken. Y el contenido, una estupenda pieza corta literaria. Buena entrada, pese a la falta de datos previos.
Port
Querido Port: no consiento que trates de tocarme la fibra profesional (fibra de la que, por otro lado, carezco).
O te tomas las pastillas y esa miel con limón que te mandé, o pienso fumarme varios paquetes de Winston bajo tus narices, a ver si así te curtes.
Por cierto, que tengo por escribir toda la teoría esqueletico-evolutiva del ritmo y del contratiempo que decía Nelken y aún no he empezado a estudiar!... Si es que no me dejais vivir.
Prometo, en la próxima cena, contar el chiste del Gato.
Publicar un comentario